RECICLAJE POR COLORES

Durante mucho tiempo, solíamos hablar de "nuestra papelera" en nuestros espacios domésticos. Luego, a principios de los años 90, se introdujeron en los países europeos directrices para dividir nuestros residuos por tipos, esencialmente según los materiales que los componen. Aunque los códigos de colores en Europa aún no están normalizados, podemos observar una homogeneización de las prácticas.

En primer lugar, la que se ha impuesto en los últimos años en los pasillos y calles de nuestros edificios: el contenedor amarillo. Desde 2012, Francia ha optado por un sistema de clasificación simplificado con este famoso contenedor amarillo, que recoge casi todos los tipos de residuos, desde los envases de plástico hasta las cápsulas de café y el cartón, facilitando al máximo la clasificación de nuestros residuos cada día.

En España también tenemos el contenedor amarillo, en el que depositamos botellas y envases de plástico, envases metálicos (latas, bandejas de aluminio, aerosoles, botes de desodorante…) y briks. Es decir, es el contenedor perfecto para tirar envases. Para el cartón y el papel, España ha adoptado el contenedor azul exclusivamente, que en Francia sólo existe para las empresas.

En el caso del vidrio, los países europeos también han adoptado un color común para facilitar el reciclaje. Este material es bastante fácil de reutilizar, por lo que clasificarlo le da una nueva vida.

Finalmente, el último de la familia es el contenedor marrón. Aunque todavía no está muy extendido tanto en Francia como en España, ya que no existe en todos los distritos o comunidades por el momento. El contenedor marrón recoge todos los residuos orgánicos y compostables, por ejemplo, los restos de alimentos como pieles de frutas, espinas de pescado, plantas, cáscaras de huevos o posos de café; o servilletas y papel de cocina usados. todos los restos depositados en este contenedor servirán para hacer compost que se usará como fertilizante y como generador de energía.